Clara es una experta en el arte de la mentira, al punto de que ella misma llega a convencerse de sus propias falsedades. Su naturaleza vibrante y desordenada la lleva a tener serios problemas para controlar sus impulsos. En contraste, Diego es un hombre atormentado por múltiples psicosis y ataques de ira constantes. Ambos se encuentran en un Centro de Día especializado en la rehabilitación de personas con trastornos mentales, donde su vida diaria gira en torno a tratamientos y terapias.
La prueba que se les plantea parece desproporcionada: deben encargarse de gestionar un restaurante dentro del centro, evitando al máximo cualquier tipo de conflicto con los demás miembros del grupo. El desafío es considerable, no solo por la magnitud de la tarea, sino porque Clara y Diego carecen de las habilidades necesarias para el negocio. Mientras Clara lucha por mantenerse en pie en medio del caos que ella misma genera, Diego se enfrenta a sus propios demonios internos que amenazan con desmoronar sus esfuerzos.
La dinámica entre ellos se complica aún más al intentar manejar las tensiones y expectativas de sus compañeros de tratamiento. La falta de experiencia en la gestión del restaurante y sus problemas personales se entrelazan en una serie de situaciones caóticas y, a menudo, hilarantes. A medida que avanza el tiempo, la relación entre Clara y Diego se convierte en una especie de danza tensa, marcada por la necesidad de coordinación y paciencia.
El desafío de llevar adelante el restaurante no solo pone a prueba sus habilidades y paciencia, sino que también revela profundos aspectos de sus personalidades. Clara debe aprender a reconocer la diferencia entre la realidad y sus propias mentiras, mientras que Diego tiene que encontrar formas efectivas de manejar su ira y sus crisis emocionales. Juntos, deben enfrentarse a un entorno que, aunque estructurado para su rehabilitación, no deja de ser impredecible y exigente.
La historia explora cómo ambos personajes, a pesar de sus diferencias y limitaciones, intentan superar sus desafíos personales mientras cumplen con las expectativas del nuevo rol que se les ha impuesto. El restaurante se convierte en un microcosmos de sus batallas internas y sus esfuerzos por encontrar un equilibrio entre sus deseos, sus miedos y la realidad que les rodea.