
Bajo la reciente reforma liderada por la alcaldesa, los criterios para ingresar a la academia policial han experimentado un cambio radical: requisitos tradicionales como el sexo, el peso, la altura o la inteligencia ya no son factores determinantes. Esta audaz decisión, celebrada por defensores de la inclusión, también ha desatado polémica entre los sectores más conservadores, especialmente entre los instructores encargados de moldear a los nuevos cadetes.
La nueva política ha abierto las puertas de la academia a personas de perfiles diversos y poco convencionales, dando paso a una generación de aspirantes que nunca imaginaron un futuro en las fuerzas del orden. Entre ellos se encuentra Mahoney, un hombre cuyo ingreso a la academia no fue una elección, sino una alternativa a la prisión. Obligado por las circunstancias, Mahoney llega decidido a ser expulsado lo más pronto posible, viendo su nueva vida como un callejón sin salida.
Sin embargo, la caótica y singular atmósfera de la academia comienza a influir en Mahoney de formas inesperadas. Rodeado de compañeros con historias únicas y personalidades marcadas, y enfrentándose a desafíos que ponen a prueba tanto sus habilidades como sus prejuicios, Mahoney se ve obligado a replantearse su actitud inicial. Lo que comenzó como una obligación incómoda poco a poco se transforma en una experiencia reveladora.
A medida que pasan las semanas, Mahoney encuentra en la vida de cadete algo inesperado: un propósito y un sentido de pertenencia. Esta evolución no solo redefine su percepción del trabajo policial, sino que también refleja el impacto positivo de la reforma. Pese a las tensiones, los conflictos y la resistencia inicial, la diversidad de los nuevos cadetes demuestra ser una fuente de riqueza que desafía los estereotipos asociados al rol de un oficial.