Frank Martin, un ex operador de Fuerzas Especiales, se ha retirado de la vida militar y vive una existencia aparentemente tranquila a orillas del Mediterráneo, en la costa francesa. Allí, lleva a cabo su peculiar oficio como “transportador”, un mercenario que se especializa en el transporte de bienes, sean estos humanos o de cualquier otra índole, de un punto a otro. En su mundo, lo único que importa es cumplir con el trabajo, sin hacer preguntas y sin involucrarse más de lo necesario.
El principio que rige la vida de Frank se encuentra en un código muy personal, que lo ha acompañado desde sus días en las Fuerzas Especiales. Este código está compuesto por tres estrictas reglas que jamás rompen su inviolabilidad: la primera es clara y concisa: nunca modificar el trato. No importa lo que ocurra en el camino, el acuerdo establecido debe cumplirse al pie de la letra. La segunda regla es una cuestión de privacidad: Frank no debe conocer los nombres de las personas para quienes trabaja, ni mucho menos saber qué es lo que transporta. La tercera regla, tal vez la más crucial, es la siguiente: nunca debe ver el contenido de lo que transporta. Para él, el desconocimiento es una salvaguarda, una capa de seguridad que lo mantiene apartado del peligro y lo mantiene enfocado en lo que debe hacer.
En el día a día de Frank, las misiones no son particularmente diferentes. Su vehículo, un BMW de alta gama, está especialmente adaptado para ofrecer comodidad y seguridad durante sus traslados, lo que le permite hacer frente a las exigencias de su trabajo sin llamar la atención. Las cargas que transporta suelen ser misteriosas, aunque el hombre nunca se pregunta demasiado por los detalles. Todo cambia cuando recibe una nueva misión de un hombre conocido solo como «Wall Street», un norteamericano con una propuesta que parece rutinaria a primera vista. La entrega parece ser otro trabajo más para Frank, uno de esos encargos en los que su papel es simplemente conducir de un lugar a otro y asegurarse de que el paquete llegue a su destino sin problemas.
Sin embargo, cuando Frank se detiene en medio del trayecto, algo inesperado ocurre. Lo que parecía ser otro paquete inerte en el maletero de su coche comienza a moverse. Esta sorpresa pone en alerta a Frank, quien se ve forzado a enfrentarse a la incógnita de lo que realmente está transportando. A partir de este momento, las reglas que ha seguido toda su vida empiezan a tambalear. Su estricta adhesión al código comienza a verse desafiada por una situación mucho más compleja de lo que había imaginado. En el fondo, se enfrenta a un dilema moral que podría cambiar por completo su perspectiva sobre la vida que ha elegido.
La carga, que en apariencia no era diferente a otras, resulta ser mucho más que un simple objeto o una mercancía sin rostro. Lo que parecía ser una misión sin complicaciones se convierte en un desafío lleno de intriga y peligro, y Frank se ve obligado a cuestionar la lógica de su trabajo y el precio de mantenerse al margen de todo lo que le rodea. A lo largo de su misión, descubrirá que a veces, las reglas que nos hemos impuesto pueden ser las que nos atan a un destino incierto.