En la Andalucía de los años 70, la vida de un humilde guardés (interpretado por Víctor Clavijo) cambia drásticamente tras una tragedia inesperada. Durante una cacería en la finca que custodia, su hijo sufre un fatídico accidente que le cuesta la vida. Este suceso desencadena una serie de eventos devastadores para la familia, marcando el inicio de una profunda crisis personal y marital.
La pérdida del hijo provoca una creciente tensión entre el guardés y su esposa (Ruth Díaz). El dolor y la impotencia que ambos sienten se convierten en un campo de batalla emocional, donde las discusiones y el resentimiento florecen, afectando irreversiblemente su relación. La pareja lucha por encontrar consuelo y entendimiento, pero la tragedia que han vivido se interpone en cada intento de reconciliación, culminando en un desenlace trágico e inevitable.
A medida que el guardés se hunde en su desesperación, su tristeza se transforma en ira. Culpa al dueño de la finca, el mismo que organizó la cacería en la que su hijo perdió la vida. La figura del propietario, antes una simple parte de su entorno laboral, se convierte en el principal responsable de su dolor y sufrimiento. Esta nueva fuente de resentimiento lleva al guardés a una confrontación emocional y moral, desatando un conflicto que no solo desafía su estabilidad mental, sino que también amenaza con destruir lo que queda de su vida y la de su esposa.
La historia explora temas profundos de pérdida, culpa y desesperación, mostrando cómo una tragedia puede desintegrar las relaciones y llevar a las personas a enfrentar su dolor de maneras inesperadas. A través de un viaje tumultuoso de emociones y conflictos, la narrativa revela la lucha del guardés por encontrar sentido en un mundo que parece haberse desmoronado tras la muerte de su hijo.