
En el año 2054, los viajes en el tiempo se han convertido en una realidad tangible gracias a avances tecnológicos sorprendentes. Una empresa a la vanguardia de esta innovación, dirigida por Charles Hatton (Ben Kingsley), ha patentado la tecnología y ha comenzado a ofrecer exclusivos safaris para cazar dinosaurios en su hábitat natural. Esta modalidad de turismo extremo permite a los viajeros adentrarse en el pasado, pero conlleva riesgos incalculables, ya que alterar cualquier evento del pasado podría tener consecuencias impredecibles en el presente.
A la cabeza de la seguridad de estos arriesgados viajes se encuentra Travis Ryan (Edward Burns), quien, como jefe de la expedición, tiene la tarea de garantizar la integridad de los turistas y controlar cualquier incidente que pueda surgir en el transcurso de los viajes. Sin embargo, jugar con el tiempo no es tarea fácil. La mínima alteración en la línea temporal podría desencadenar efectos devastadores y poner en peligro no solo las vidas de los participantes, sino la estabilidad del presente.
A lo largo de la expedición, Ryan cuenta con la colaboración de la doctora Sonia Rand (Catherine McCormack), una experta en la teoría de los viajes temporales. Juntos deberán enfrentarse a peligros inimaginables que surgen cuando se interactúa con un pasado tan lejano y desconocido. Los dinosaurios, aunque fascinantes, no son la única amenaza, ya que cualquier fallo en la tecnología que permite los viajes en el tiempo podría alterar de forma irreversible el curso de la historia.
A medida que los peligros se multiplican, Ryan y Rand se ven obligados a tomar decisiones críticas. No solo se juegan su propia supervivencia, sino también el equilibrio de la realidad tal como la conocemos. Los dilemas morales y las tensiones inherentes a los viajes temporales ponen a prueba su capacidad para tomar decisiones que podrían cambiar el futuro de la humanidad.