
Durante una misión a Marte a bordo de la nave Ares III, una poderosa tormenta arrasa con la nave, dejando a la tripulación en una situación crítica. En medio del caos, el astronauta Mark Watney (Matt Damon) es dado por muerto y sus compañeros, creyendo que no hay esperanza, abandonan el planeta. Sin embargo, Watney sobrevive y se encuentra completamente solo en el inhóspito paisaje marciano, sin acceso a recursos ni a ninguna forma de contacto con la Tierra.
Frente a esta realidad extrema, Watney debe valerse de su ingenio y conocimientos científicos para sobrevivir. A pesar de contar con un equipo limitado, utiliza sus habilidades como ingeniero y botánico para improvisar soluciones a cada desafío. Su primera preocupación es asegurar una fuente de alimento, por lo que se dedica a cultivar patatas utilizando un sistema rudimentario dentro de la base. La adaptación y el aprovechamiento de cada recurso disponible se convierten en sus herramientas fundamentales.
El siguiente reto es aún mayor: comunicarse con la Tierra. Después de intentar varias soluciones, Watney logra reparar un módulo de comunicación averiado, permitiéndole enviar una señal de socorro que finalmente es interceptada por la NASA. A partir de ese momento, la humanidad se une en su esfuerzo por salvarlo, mientras él se aferra a la esperanza, manteniendo su sentido del humor y su fortaleza mental intactos a pesar de las dificultades.
A lo largo de su odisea, Watney se enfrenta a innumerables obstáculos, desde escasez de recursos hasta el aislamiento extremo, pero su resiliencia nunca flaquea. Su capacidad para resolver problemas complejos con los recursos más limitados lo convierte en un símbolo de supervivencia, ingenio y determinación.
Mientras tanto, en la Tierra, los científicos de la NASA diseñan un plan de rescate arriesgado. La tensión aumenta a medida que el tiempo avanza, pero Watney, con cada paso, demuestra que el espíritu humano puede superar incluso las circunstancias más desesperadas.