
Han pasado treinta años desde los eventos ocurridos en Blade Runner (1982), pero el mundo que retrata su secuela, Blade Runner 2049, continúa profundamente fracturado. Las tensiones entre humanos y replicantes —seres artificiales creados para obedecer— siguen marcando el rumbo de una sociedad al borde del colapso. Las grandes corporaciones ejercen un dominio casi absoluto, moldeando un futuro distópico en el que la humanidad parece cada vez más subordinada a intereses industriales y tecnológicos. En este oscuro escenario emerge K, un blade runner del Departamento de Policía de Los Ángeles cuya misión consiste en “retirar” a replicantes que han dejado de cumplir sus funciones.
Lo que diferencia a K de otros agentes es que él mismo es un replicante, diseñado para obedecer sin cuestionar. Sin embargo, su existencia da un vuelco cuando, en el curso de una misión, descubre una pista que podría cambiarlo todo: la posibilidad de que los replicantes puedan reproducirse. Esta revelación desafía los fundamentos de la sociedad que los ha creado y controlado, ya que implicaría que estos seres artificiales podrían generar vida por sí mismos, alcanzando un nivel de humanidad que muchos se niegan a reconocerles.
La investigación conduce a K a un conflicto interno profundo, en el que empieza a cuestionarse no solo su propósito, sino también la autenticidad de sus recuerdos, emociones y deseos. Su búsqueda de la verdad lo empuja a rastrear a Rick Deckard, un legendario blade runner desaparecido hace tres décadas. Deckard guarda las claves de un pasado que ha sido enterrado deliberadamente, y su reaparición representa tanto una esperanza como un riesgo para el frágil equilibrio social.