
Lo que parecía un vuelo nocturno común hacia Miami se convierte en una intensa pesadilla para Lisa Reisert, interpretada por Rachel McAdams, en el trepidante thriller Red Eye. Lisa, una joven ejecutiva de hotel, aborda su avión sin sospechar que está a punto de vivir una de las experiencias más aterradoras de su vida… a 30.000 pies de altura.
Desde el momento en que se sienta junto a Jackson Rippner (Cillian Murphy), el viaje toma un rumbo inesperado. Lo que al principio parece una coincidencia —un desconocido carismático que entabla conversación durante el vuelo— se transforma rápidamente en una amenaza directa. Jackson no está en ese avión por casualidad. Él forma parte de un complot para asesinar al Comisionado de Seguridad Nacional, y Lisa es una pieza clave en el plan.
El chantaje es claro: si ella no coopera moviendo a un huésped importante de su hotel, el padre de Lisa será asesinado esa misma noche. Sin forma de escapar, sin nadie a quien recurrir, Lisa se ve atrapada en una situación límite, donde cada segundo cuenta y cada palabra puede delatarla. Aislada en una cabina presurizada y vigilada de cerca, deberá usar toda su inteligencia y valentía para intentar frustrar el atentado sin poner en peligro la vida de su padre.
Wes Craven, maestro del suspenso, logra construir una atmósfera asfixiante en un espacio tan limitado como un avión comercial. Con un guion ajustado y un ritmo que no da respiro, Red Eye mantiene la tensión de principio a fin. La actuación de Rachel McAdams es uno de los puntos más altos del filme: su transformación de pasajera inocente a heroína decidida es tan creíble como poderosa. Por su parte, Cillian Murphy se luce como un villano encantador y amenazante a partes iguales.