Sue Bottoms está convencida de que su cumpleaños no podría ser peor. Nadie se ha molestado en recordarlo, ni siquiera su esposo Bill. Se siente invisible, como si todo el mundo la hubiese olvidado. La soledad y el desánimo la envuelven, pero el verdadero desastre aún está por llegar.
En su mente, Sue repasa su vida, preguntándose cómo ha llegado a este punto. Sin embargo, sus pensamientos se ven abruptamente interrumpidos cuando, al regresar a casa, descubre a Bill en la cama con otra persona. La traición la golpea como un mazazo, dejándola sin aliento. Los sentimientos de tristeza y abandono se transforman en una ira ciega, una rabia que nunca antes había experimentado.
El choque emocional es tan fuerte que Sue no puede soportarlo. Bill, sorprendido y sin saber cómo reaccionar, intenta justificarse, pero antes de que pueda articular palabra, se desploma ante los ojos de Sue, víctima de un ataque al corazón fulminante. La habitación, que hace solo unos minutos era escenario de una infidelidad, ahora se ha convertido en un lugar de muerte.
Sue, en estado de shock, se enfrenta a una decisión imposible. Su mundo se desmorona a su alrededor y, sin saber cómo actuar, decide enterrar el cuerpo de Bill. En su apuro y confusión, toma el bolso del gimnasio de su esposo, sin darse cuenta de que dentro hay una suma considerable de dinero.
Con las manos temblorosas, Sue cava una tumba improvisada, enterrando no solo el cuerpo de Bill, sino también el bolso sin prestar atención a su contenido. Al cubrirlo con tierra, siente que está enterrando también su dolor y su rabia, deseando con todas sus fuerzas que el suelo se trague todo el mal que ha sufrido.
Sin embargo, al final del día, Sue se da cuenta de que el peso de lo que ha hecho la perseguirá para siempre. Lo que comenzó como el peor cumpleaños de su vida ha terminado en una tragedia que cambiará su destino para siempre.