
En la recta final de su etapa escolar, Evan y Seth, dos jóvenes inseparables pero socialmente inadaptados, enfrentan una última oportunidad para dejar una huella en su vida estudiantil. Con la graduación a la vuelta de la esquina, ambos deciden organizar una fiesta en la que esperan poder impresionar a las chicas de sus sueños, un evento que podría marcar un antes y un después en sus vidas. Sin embargo, el mayor desafío que se les presenta no es la organización de la fiesta en sí, sino algo mucho más complicado: conseguir bebidas alcohólicas para que la fiesta sea un éxito rotundo.
Lo que podría haber sido una tarea sencilla se convierte rápidamente en una serie de situaciones disparatadas y descontroladas, en las que los dos amigos se ven atrapados en un mar de obstáculos. La dificultad radica en que, a pesar de su esfuerzo por encajar en un mundo de fiestas y alcohol, Evan y Seth siguen siendo unos completos inadaptados, y el simple acto de comprar alcohol en una tienda se convierte en una misión casi imposible. La desesperación los lleva a recurrir a una solución que parece más bien sacada de una película: el uso de un carnet falso, un recurso que nunca habían imaginado que utilizarían.
Es en este momento cuando aparece en escena uno de los personajes más entrañables y cómicos de la historia: McLovin, un amigo que también se siente fuera de lugar en la sociedad. McLovin, un joven peculiar y algo excéntrico, acaba de adquirir un carnet de identidad falso que, según él, será su salvoconducto perfecto para superar las barreras de la compra de alcohol. A pesar de su entusiasmo por la idea, McLovin no es precisamente el tipo de persona que inspira confianza, lo que genera una serie de momentos de comedia absurda a lo largo de su intento por obtener las bebidas. La situación se convierte en un cúmulo de despropósitos, malentendidos y situaciones surrealistas que, a pesar de todo, se van sucediendo de manera hilarante.