
En una zona marcada por la violencia, la negligencia y la corrupción, los horrores no tardan en salir a la superficie. En el llamado Sector 36, una serie de desapariciones infantiles ha comenzado a estremecer a la comunidad. Varios niños han desaparecido sin dejar rastro, y el miedo se ha instalado como huésped permanente entre las calles de este olvidado rincón urbano. Las autoridades, desgastadas por la inoperancia y el descrédito, apenas pueden contener la histeria colectiva. Pero hay alguien dispuesto a ir más allá.
El caso recae, casi por accidente, en manos de un policía corrupto. Con una reputación manchada por años de favores turbios, encubrimientos y vínculos con el crimen organizado, este detective no es precisamente el héroe que se esperaría para una situación tan delicada. Sin embargo, lo que comienza como un intento de redimirse —o quizás como una oportunidad más de obtener algún beneficio personal— pronto se convierte en una espiral oscura que amenaza con devorarlo todo.
Mientras profundiza en la investigación, el agente descubre indicios que apuntan a un asesino serial con un modus operandi meticulosamente calculado. La brutalidad de los crímenes y la precisión con la que han sido cometidos sugieren una mente enferma, pero extremadamente inteligente. Cada paso que da el policía lo lleva más lejos de las certezas y más cerca de enfrentarse con sus propios demonios. En esta búsqueda frenética, los límites entre justicia y venganza se desdibujan.