
En un futuro cercano, la humanidad enfrenta una crisis devastadora: el aire limpio, una necesidad básica para la vida, se ha convertido en un recurso escaso. En este escenario sombrío, una madre y su hija luchan por mantenerse con vida en un refugio hermético, donde un sistema de oxígeno limitado les permite sobrevivir, pero no deja margen para errores o generosidad.
La rutina de esta familia está marcada por el silencio, la precaución y una estricta vigilancia de sus escasos recursos. Sin embargo, su frágil estabilidad se rompe cuando dos desconocidos llaman a su puerta, desesperados por entrar. Exhaustos y al borde de la asfixia, imploran por ayuda, ofreciendo promesas de gratitud a cambio de refugio.
Lo que sigue es un dilema desgarrador: permitirles entrar podría ser un acto de compasión, pero también pondría en riesgo el ya limitado suministro de oxígeno. La madre se enfrenta a una decisión imposible, en la que cualquier elección parece conducir al peligro. ¿Cómo se mide la moralidad cuando ayudar a otros podría significar la muerte de quienes amas?
El ingreso de los extraños trae consigo tensiones crecientes. En el reducido espacio del refugio, las miradas de desconfianza se intensifican y las emociones están a flor de piel. ¿Son realmente quienes dicen ser? Las dudas se suman a la presión de saber que el oxígeno no será suficiente para todos por mucho tiempo. La lucha no es solo contra las condiciones externas, sino también contra las grietas que comienzan a formarse en la convivencia.
La narrativa pone al lector frente a preguntas fundamentales sobre la supervivencia y la ética: ¿es posible mantener la humanidad en un mundo que ya no tiene lugar para todos? En un entorno donde cada respiración se convierte en un acto de resistencia, la línea entre proteger a los tuyos y perder lo que te hace humano se vuelve difusa.