
Hace veinte años, un brutal asesinato marcó para siempre la vida de dos hermanos. Un hecho sangriento dejó a un par de niños huérfanos, sumidos en el dolor y el desconcierto. Las autoridades no tardaron en señalar al hermano mayor como el responsable del crimen, y aunque su edad y situación no le permitían comprender del todo lo ocurrido, fue juzgado y apartado del mundo. Desde entonces, su vida ha sido una cadena de instituciones, diagnósticos y silencios.
Sin embargo, su hermana, más joven y profundamente afectada por la tragedia, siempre creyó que la historia oficial escondía una verdad más oscura. Desde pequeña sostuvo que no fue su hermano quien cometió el crimen, sino un antiguo espejo que había estado en la casa familiar desde antes de su nacimiento. Para ella, aquel objeto era mucho más que una simple pieza decorativa: era una presencia maligna, capaz de manipular las emociones y las acciones de quienes se reflejaban en él.
Con el paso de los años, el hermano ha cumplido su condena y ha logrado rehabilitarse. A sus veinte años, desea empezar de nuevo, lejos del pasado y de los recuerdos que lo persiguen. Ha aceptado su destino, aunque en el fondo aún duda de lo que realmente ocurrió aquella noche fatídica. Busca reconstruir su vida, recuperar el tiempo perdido y dejar atrás los horrores de su infancia.