
Jorge «Muralla» Rivera fue un portero destacado, admirado por su valentía y habilidad bajo los tres palos, y durante años fue un ícono en el mundo del fútbol. Sin embargo, cuando su carrera deportiva llegó a su fin, la fama y el éxito se desvanecieron rápidamente. En lugar de la gloria, Jorge se encontró atrapado en una espiral de autodestrucción. La vida que una vez fue llena de aplausos y logros se convirtió en una rutina de alcoholismo y desesperación.
Con el tiempo, la situación de Jorge se complicó aún más cuando su hijo enfermó gravemente. Desesperado por conseguir dinero para costear una cirugía costosa que le diera una oportunidad de salvarlo, Jorge tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre. Atrapado en su propia desesperación, se vio forzado a vender a una niña a una red de tráfico sexual, creyendo que era su única salida para conseguir el dinero que tanto necesitaba. Esta acción, impulsada por el amor hacia su hijo, lo marcaría para siempre, pues el precio que pagó por su desesperación fue mucho más alto de lo que imaginaba.
La tragedia no terminó ahí. El hijo de Jorge falleció poco después de la operación fallida. La pérdida devastadora lo dejó completamente destrozado, pero lo que realmente lo atormentaba era la culpa por haber entregado a la niña, alguien completamente ajeno a su sufrimiento, en un intento desesperado por salvar a su hijo. La muerte de su hijo no solo lo dejó vacío, sino que también desencadenó una serie de sucesos extraños. El espíritu de su niño comenzó a aparecer en sus sueños, lo acosaba en su mente, llenándolo de remordimiento y dolor.