
En un futuro distópico, el cambio climático ha provocado un cataclismo sin precedentes: los casquetes polares se han derretido por completo, y como consecuencia, toda la superficie terrestre ha quedado sumergida bajo el agua. El planeta Tierra ha quedado convertido en un vasto océano, donde la supervivencia humana depende de plataformas flotantes dispersas por las aguas. En este escenario apocalíptico, la humanidad se enfrenta a un desafío fundamental: la escasez extrema de agua dulce, que se ha convertido en el recurso más valioso y codiciado.
Las personas que habitan estas plataformas flotantes llevan una vida precaria, dedicando sus esfuerzos principalmente a la búsqueda y comercio de agua dulce. Esta lucha constante por el acceso a un recurso básico genera un entramado social donde la cooperación y el conflicto conviven de manera inevitable. En medio de este mar infinito, circula una antigua leyenda que alimenta la esperanza de los habitantes: la existencia de tierra firme, un lugar todavía no alcanzado por la invasión del océano.
En este contexto, aparece Mariner, un viajero solitario que se gana la vida mediante el trueque. Su llegada a un atolón improvisado, compuesto de restos y chatarra flotante, marca un giro inesperado en la historia. Mariner ofrece a los moradores del atolón un objeto muy valioso: tierra. Sin embargo, esta tierra no es lo que parece. Su procedencia y naturaleza resultan ser un enigma, ya que pronto se descubre que Mariner es un ser híbrido, mitad pez y mitad humano, producto de un extraño origen o mutación.