
Un simple cuadro se convierte en el centro de una persecución internacional cuando se descubre que podría ocultar un antiguo código que lleva a un tesoro de oro desaparecido. Así comienza una disparatada aventura en la que se entrecruzan personajes tan improbables como peligrosos: desde malabaristas rusos con muy mal genio hasta el siempre enigmático MI5 británico, pasando por un temido terrorista internacional y un comerciante de arte con más estilo que escrúpulos.
Charlie Mortdecai, este último, es el antihéroe que lidera la historia. Un estafador de medio tiempo y marchante de arte de dudosa reputación, Mortdecai no es precisamente el candidato ideal para una operación de espionaje. Sin embargo, su carisma excéntrico, su bigote perfectamente cuidado y su habilidad para meterse en problemas lo convierten en una figura central en esta rocambolesca carrera por el cuadro perdido.
El valor del objeto en cuestión no radica únicamente en su historia artística, sino en el rumor que lo rodea: en su trazo se esconde la clave para acceder a un botín legendario. Esta posibilidad desata una cacería donde los intereses políticos, la ambición personal y los negocios turbios del arte convergen en una trama de enredos y traiciones.