Mientras Edmond Murray conduce a través del pintoresco paisaje de las Highlands, una llamada inesperada interrumpe su tranquila travesía. La voz al otro lado de la línea es la de su ex pareja, que, en un tono cargado de pánico, le informa que su hijo de siete años ha desaparecido de un campamento de verano. El corazón de Edmond se detiene por un momento al escuchar la noticia; el niño, que hasta hace poco era el centro de su mundo, ha sido secuestrado.
El primer impacto de la noticia es un torbellino de confusión y miedo. Edmond, incapaz de imaginar el dolor y la angustia que su ex pareja está viviendo, se dirige de inmediato hacia el campamento. A medida que avanza, el paisaje hermoso y sereno de las Highlands contrasta cruelmente con la creciente desesperación que siente en su interior. Cada minuto cuenta mientras intenta mantener la calma y enfocarse en encontrar a su hijo.
Una vez en el campamento, la situación es caótica. La policía ya ha comenzado a trabajar en el caso, pero la búsqueda inicial no ha producido resultados. Los oficiales están investigando a los empleados del campamento y revisando las áreas circundantes, pero el rastro del niño parece haberse desvanecido. La desesperación de los padres es palpable, y Edmond, aunque está agotado y en shock, se une a las autoridades en la búsqueda.
A medida que pasa el tiempo, el nivel de angustia aumenta. La falta de pistas concretas agrava la desesperación de Edmond y de su ex pareja, mientras los medios de comunicación comienzan a cubrir el caso, convirtiéndolo en noticia de primer plano. Las cámaras y los reporteros se concentran en el campamento, y la presión de la atención pública solo aumenta el sentido de urgencia.
Edmond, con el corazón roto y la mente en un torbellino de pensamientos desesperados, empieza a hacer su propia investigación por separado. Sus esfuerzos lo llevan a explorar cada rincón del área circundante, a interrogar a cualquier persona que pueda haber visto algo, y a conectar los puntos entre la información que le proporciona la policía y sus propios hallazgos. La desesperación se convierte en determinación, y Edmond se convierte en una figura central en la búsqueda de su hijo, luchando contra el reloj y contra su propio miedo.
A medida que las horas se convierten en días, la angustia de los padres se intensifica, pero también lo hace la esperanza de encontrar al niño sano y salvo. Cada nuevo desarrollo en el caso trae consigo un rayo de esperanza, así como nuevas incertidumbres. Los momentos de alivio y las noticias inquietantes se entrelazan, creando un torbellino emocional para Edmond y su ex pareja.
La búsqueda de Edmond se convierte en una carrera contra el tiempo. Con la ayuda de la policía y el apoyo de la comunidad local, la esperanza de encontrar al niño intacto se mantiene viva, aunque las circunstancias siguen siendo inciertas. La intensidad del momento hace que Edmond se enfrente a sus propios miedos más profundos y a los recuerdos de su relación pasada, mientras se aferra a la esperanza de que la pesadilla termine con el regreso seguro de su hijo.