
En medio de una misión militar aparentemente rutinaria, cinco soldados se ven envueltos en una experiencia aterradora y profundamente inquietante, al mejor estilo de The Twilight Zone. Tras avanzar hacia lo que parece ser un campamento abandonado, el grupo queda atrapado en una trinchera sin salida. Es entonces cuando comienzan a suceder cosas extrañas, y la realidad que conocían empieza a desmoronarse lentamente.
Afuera, silenciosos e inmóviles, unas figuras cubiertas por túnicas negras rodean la posición de los soldados. No disparan, no atacan, ni intentan comunicarse. Simplemente observan. Su presencia pasiva y constante añade un elemento de tensión insoportable que lleva a los militares a cuestionar no solo su seguridad, sino su propia existencia. ¿Están vivos? ¿Han muerto sin darse cuenta? ¿Se encuentran atrapados en una especie de limbo?
A medida que los días pasan y la situación no cambia, los hombres se ven envueltos en una creciente desesperación. El ambiente parece inmóvil en el tiempo, suspendido en una dimensión donde las reglas habituales ya no se aplican. En ese entorno, la lucha de los soldados trasciende lo físico y se vuelve filosófica: se enfrentan al eterno dilema del destino. ¿Está todo ya escrito o existe la posibilidad de tomar el control y alterar el curso de los acontecimientos?
Uno a uno, cuatro de los cinco soldados terminan cediendo ante lo que creen inevitable. Renuncian a resistir y se adentran en el bosque, perdiéndose sin dejar rastro. Tal vez aceptaron su destino. Tal vez simplemente no pudieron resistir más. Pero el capitán Jason Briggs se niega a rendirse. Convencido de que aún tiene poder sobre su futuro, se enfrenta solo a lo desconocido, en una búsqueda desesperada por comprobar si el destino es una condena o una elección.