
En una de las tramas más desopilantes y desastrosas de Los Simpson, Homer se convierte en el inesperado causante de una crisis ambiental que amenaza con destruir Springfield por completo. Todo comienza de manera aparentemente inofensiva, cuando Homer decide adoptar un cerdo como mascota. Sin embargo, fiel a su estilo descuidado y poco reflexivo, pronto empieza a acumular los excrementos del animal en un silo improvisado, sin pensar en las consecuencias.
El problema se desata cuando el silo, completamente lleno, comienza a tener una fuga. Sin encontrar una mejor solución, Homer decide deshacerse del contenido vertiéndolo en el lago de Springfield, lo que desencadena una severa contaminación ambiental. Este acto, tan irresponsable como típico del personaje, convierte el lago en un foco tóxico y pone a toda la ciudad en peligro.
Cuando las autoridades descubren el origen del desastre, la furia colectiva de los ciudadanos no se hace esperar. Una turba enfurecida se dirige a la casa de los Simpson, dispuesta a tomar represalias contra el responsable. Marge, siempre la voz de la razón en la familia, no puede ocultar su decepción. Siente que, una vez más, su esposo ha llevado las cosas demasiado lejos, poniendo en riesgo no solo a su familia, sino a toda la comunidad.