
Durante uno de los períodos más oscuros de la historia moderna, cuando Europa se sumía en el horror del Holocausto y millones de vidas eran brutalmente arrebatadas por el régimen nazi, surgió una historia de humanidad, coraje y redención que aún conmueve al mundo: la de Oskar Schindler. Empresario alemán y miembro del Partido Nazi, Schindler pasaría a la historia no por su riqueza ni por su afiliación política, sino por su extraordinaria decisión de arriesgarlo todo para salvar a más de mil judíos del exterminio.
A simple vista, Schindler parecía un hombre de negocios oportunista que aprovechó el contexto de la guerra para obtener beneficios económicos. Su fábrica de esmaltes en Cracovia empleaba mano de obra judía, algo común en la época debido a las leyes impuestas por los nazis. Sin embargo, lo que comenzó como una estrategia empresarial pronto se transformó en una cruzada personal. A medida que la maquinaria del genocidio nazi se intensificaba, Schindler fue testigo de la brutalidad a la que eran sometidos los judíos: deportaciones, asesinatos y una deshumanización sistemática.
Movido por una compasión que pocos se atrevieron a mostrar, Schindler comenzó a utilizar su posición, sus contactos y su fortuna para proteger a sus trabajadores. Corrumpió a oficiales nazis, falsificó documentos y exageró las habilidades de sus empleados para evitar que fueran enviados a los campos de exterminio. Su famosa «lista» —una relación de nombres que garantizaba la salvación de quienes aparecían en ella— se convirtió en un símbolo de esperanza en medio de la desesperación.