
Durante más de una década, el mundo estuvo en vilo, buscando al hombre detrás de uno de los actos terroristas más devastadores de la historia: Osama bin Laden. Este artículo sigue el rastro de los diez años de esfuerzos por capturar a quien fue el líder de Al Qaeda y responsable de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Tras el impacto de los ataques del 11-S, donde miles de vidas fueron perdidas, el gobierno estadounidense puso en marcha una de las operaciones de inteligencia más complejas y extensas de la historia. Desde el primer día, la misión fue clara: capturar o matar a Osama bin Laden y desmantelar su organización terrorista. La búsqueda no solo implicó a Estados Unidos, sino que también involucró a una red internacional de agencias de inteligencia y fuerzas de seguridad, trabajando incansablemente en territorios desconocidos, rastreando cualquier pista que pudiera conducir a su paradero.
Al Qaeda, el grupo terrorista encabezado por bin Laden, era conocido por su capacidad para desaparecer en las sombras. La red global de células que operaba bajo su liderazgo estaba dispersa en varios países, lo que complicaba aún más su captura. Bin Laden, por su parte, mantenía una estrategia de evasión sumamente meticulosa, escondiéndose en las zonas más remotas de Afganistán y Pakistán, utilizando comunicados a través de vídeos y mensajes grabados, mientras sus seguidores organizaban ataques y atentados por todo el mundo.