
En esta historia, un ejecutivo radiofónico de clase media, interpretado por Will Ferrell, se enfrenta al desafío de ganar el cariño y respeto de los dos hijos de su esposa. A pesar de sus esfuerzos por ser el mejor padrastro posible, surgen complicaciones cuando el padre biológico de los niños, un hombre extrovertido, relajado y sin responsabilidades, regresa a la escena familiar.
Este regreso altera el equilibrio en el hogar, ya que el padre biológico, quien es la antítesis del padrastro, es desinhibido, aventurero y se presenta como una figura autoritaria en la vida de los niños. Aunque estos no comparten con él la convivencia diaria, mantienen un fuerte vínculo emocional debido a su relación pasada. A medida que el padre biológico se instala nuevamente en la vida de los niños, comienza una competencia por su afecto y atención. Esta rivalidad no solo refleja un choque de personalidades, sino también las tensiones inherentes a las familias reconfiguradas, donde los roles y las dinámicas emocionales se vuelven más complejos.
El ejecutivo, aunque bien intencionado, se esfuerza por integrarse en la vida familiar mediante gestos tradicionales: participando en las actividades de los niños, respetando sus tiempos y ofreciendo su apoyo emocional. Sin embargo, la llegada del padre biológico pone en evidencia sus inseguridades y dudas, creando situaciones cómicas y a menudo incómodas. Mientras ambos hombres intentan posicionarse como figuras centrales en la vida de los niños, surgen momentos de humor y tensión que subrayan las dificultades de establecer una relación de confianza en una familia que no sigue la estructura tradicional.