
La historia de Edward y Alphonse Elric llega a su punto culminante en la segunda secuela de la adaptación live-action de Fullmetal Alchemist, una producción japonesa que busca ser fiel al tramo final del célebre manga de Hiromu Arakawa. Tras una primera película que sirvió como introducción al universo alquímico y una secuela que ahondó en la complejidad de sus personajes, esta tercera entrega cierra la trilogía con una narrativa más oscura, madura y emocionalmente intensa.
Esta nueva cinta se centra en el arco final del manga, donde los hermanos Elric enfrentan las consecuencias definitivas de sus decisiones pasadas. Impulsados por la esperanza de recuperar lo que perdieron al desafiar las leyes de la alquimia, Edward y Alphonse se ven envueltos en una batalla a gran escala contra los homúnculos y el misterioso Padre, una figura central que representa la amenaza más peligrosa hasta ahora. El destino del país de Amestris, así como el de los protagonistas, pende de un hilo mientras verdades ocultas salen a la luz y alianzas inesperadas se forman.
Visualmente, la película continúa apostando por efectos especiales mejorados y escenografías que capturan la esencia estética del manga. Sin embargo, es en su desarrollo dramático donde la historia se enriquece, mostrando la evolución de sus personajes principales y el peso emocional de sus sacrificios. Edward, interpretado nuevamente por Ryôsuke Yamada, se muestra más maduro y decidido, mientras que Alphonse, aún atrapado en una armadura vacía, demuestra una creciente humanidad y determinación.