
Seis meses después de que un mortal brote de rabia arrasara Gran Bretaña, dejando un rastro de muerte y caos, Londres intenta reconstruirse bajo una nueva realidad. El virus, que transformó a la mayoría de la población en seres violentos y sin razón, ha devastado el país, dejando ciudades enteras deshabitadas y una nación sumida en el pánico. En un esfuerzo por devolver algo de orden a la desolada capital británica, el ejército de los Estados Unidos toma el control de una pequeña área de Londres, con la misión de asegurarla y permitir que los sobrevivientes repueblen la ciudad.
El plan es claro: crear un refugio seguro en medio del caos, donde los pocos sobrevivientes puedan comenzar de nuevo. Se selecciona un grupo de personas que han logrado mantenerse a salvo del virus, y bajo estrictas medidas de vigilancia, se les permite ingresar a la zona controlada. Para ellos, este es un segundo comienzo, una oportunidad para reconstruir sus vidas después de meses de lucha y desesperación.
Pero las cosas no salen según lo esperado. A pesar de la presencia militar y los esfuerzos por mantener el orden, los primeros días de esta nueva fase de repoblación son tensos y problemáticos. Los sobrevivientes, aunque agradecidos por la oportunidad de empezar de nuevo, no pueden dejar atrás las huellas del pasado. El miedo y la desconfianza se apoderan de ellos, ya que la memoria del virus y sus efectos sigue muy presente.
Además, no todos los peligros han quedado atrás. Aunque la zona está protegida, hay quienes empiezan a notar señales de que el virus podría no haber desaparecido por completo. La tensión se incrementa a medida que se descubren pequeños fallos en el sistema de seguridad, lo que lleva a cuestionamientos sobre la verdadera efectividad de la operación. En un escenario donde cualquier descuido podría tener consecuencias fatales, las expectativas de un futuro prometedor se ven rápidamente reemplazadas por la incertidumbre y el miedo de un posible rebrote.