
En una de las películas más emblemáticas del cine de artes marciales, El Furor del Dragón (1972), Bruce Lee no solo despliega su impresionante habilidad física, sino que también se convierte en símbolo de resistencia ante la injusticia. En esta historia cargada de acción, humor y orgullo cultural, Lee interpreta a Tang Lung, un joven llegado desde Hong Kong a Roma para ayudar a una vieja amiga de la familia, Chen Ching-Hua, quien enfrenta una seria amenaza por parte de la mafia local.
El restaurante que Chen administra junto a otros trabajadores chinos se encuentra en la mira de un grupo criminal que pretende apoderarse del lugar. Ante la negativa de ceder, los mafiosos recurren a la violencia y la intimidación para obligarlos a abandonar su negocio. Es entonces cuando Tang Lung entra en escena, aunque su llegada no impresiona de inmediato a nadie. Con su aspecto modesto y comportamiento sencillo, sus compatriotas en Roma lo subestiman desde el principio. Incluso llegan a pensar que será más una carga que una ayuda.
Sin embargo, pronto queda claro que Tang Lung no es un joven cualquiera. Su dominio del kung-fu y su determinación frente a la injusticia lo convierten en una fuerza imparable. Enfrentándose a los matones enviados por la mafia, uno tras otro, Tang gana el respeto de sus compañeros y siembra el miedo entre sus enemigos. La película se convierte así en una sucesión de enfrentamientos cada vez más intensos, culminando en un duelo inolvidable contra un luchador estadounidense interpretado por Chuck Norris, en el Coliseo romano.