
En una de las historias más intensas del universo Dragon Ball Z, la paz de la Tierra se ve nuevamente amenazada por un enemigo inesperado: Turles, un guerrero Saiyajin cuya existencia era desconocida hasta ese momento. A diferencia de Goku y Vegeta, quienes tomaron caminos muy distintos en su vida, Turles representa una versión más cruda y despiadada de lo que significa ser un Saiyajin.
Turles, quien también sobrevivió a la destrucción del planeta Vegeta, llega a la Tierra con un plan que podría significar el fin de toda forma de vida en el planeta. Su objetivo no es simplemente conquistar ni destruir por placer, sino aumentar su poder al nivel más alto posible. Para lograrlo, decide plantar la Semilla del Árbol Sagrado, una planta de origen desconocido que crece rápidamente al absorber toda la energía vital de un mundo. Este árbol, al desarrollarse, comienza a drenar la fuerza vital del planeta entero, dejando un paisaje desolado y marchito a su paso.
El fruto de este árbol no es común: contiene una concentración de poder tan inmensa que quien lo consuma puede multiplicar exponencialmente su fuerza. Turles, acompañado de un grupo de guerreros leales, pretende cosechar este fruto y convertirse en el ser más poderoso del universo.
Ante esta nueva amenaza, Goku y los Guerreros Z deben unir fuerzas una vez más. Aunque han enfrentado enemigos terriblemente fuertes en el pasado, esta vez el reto es distinto. No sólo deben luchar contra un enemigo que comparte su misma raza y habilidades, sino que también están contra reloj: mientras el Árbol del Poder siga creciendo, la Tierra se debilita, y con ella, sus habitantes y sus defensores.