
En un futuro distópico donde las luces de neón iluminan las ruinas de lo que alguna vez fue una gran ciudad, Rick Deckard camina entre rascacielos y callejones oscuros. La ciudad de Los Ángeles en el siglo XXI se ha convertido en una jungla de acero, cables y microchips, un lugar donde la tecnología ha alcanzado niveles inimaginables, y donde la línea entre lo humano y lo artificial se ha desdibujado peligrosamente.
Deckard no es un héroe clásico. Es un «blade runner», un agente especializado cuya misión consiste en identificar y eliminar a los replicantes, androides diseñados genéticamente que han escapado del control humano. Son seres que imitan a la perfección el comportamiento, las emociones y la apariencia de las personas, pero que, según la ley, no tienen derecho a vivir en la Tierra.
Estos androides no son simples máquinas. No buscan conquistar ni destruir: su crimen es más complejo y profundamente humano. Desean vivir. Anhelan experimentar el mundo, amar, recordar y, en definitiva, ser libres. En su búsqueda de una existencia auténtica, desafían las reglas impuestas por sus creadores. Su pecado no es la violencia, sino la aspiración a ser algo más de lo que fueron programados para ser.
La labor de Deckard, en apariencia técnica y fría, pronto se convierte en una profunda crisis moral. A medida que se enfrenta a estos replicantes, comienza a cuestionar qué significa realmente ser humano. ¿Es la biología lo que define nuestra humanidad? ¿O son las emociones, los recuerdos, el deseo de vivir lo que nos hace verdaderamente humanos? Cada encuentro, cada cacería, lo acerca más a esas preguntas que no tienen respuestas fáciles.