
Raiden (Clive Owen), un caballero experimentado y fiel, recibe el mayor honor de su vida cuando su maestro y mentor, Bartok (Morgan Freeman), lo designa como su único heredero. Este gesto no solo confirma la habilidad de Raiden como guerrero, sino que también lo coloca en una posición de prestigio dentro de su orden. Sin embargo, su felicidad es efímera. El emisario del corrupto emperador Mott (Aksel Hennie) llega al castillo con una orden devastadora: Raiden debe ejecutar a Bartok, acusado injustamente de traición.
Desgarrado entre la lealtad a su maestro y la obligación de seguir las órdenes imperiales, Raiden se ve forzado a decapitar a Bartok, un acto que lo deja marcado de por vida. Para colmo de males, el emperador Mott despoja a Raiden de todos sus títulos y lo expulsa del castillo, dejándolo sin honor ni futuro. Lo que parecía ser su mayor logro se convierte en una pesadilla.
Con el corazón lleno de rabia y desesperación, Raiden decide buscar venganza. Junto a un grupo de guerreros leales, se embarca en una misión para derribar al emperador Mott y restaurar el honor que le fue arrebatado. A medida que Raiden avanza en su búsqueda de justicia, enfrenta múltiples obstáculos, luchando tanto contra las fuerzas del emperador como contra su propia culpa. Cada batalla lo acerca más a su objetivo, pero también lo hace cuestionar el precio de la venganza.
La historia de Raiden es una de traición, honor y redención. Su vínculo con Bartok, forjado a lo largo de los años, lo impulsa a no rendirse, a pesar de las adversidades. La traición del emperador Mott marca el comienzo de una guerra personal para Raiden, quien lucha por recuperar lo perdido y vengar la muerte de su mentor. En su viaje, Raiden descubrirá que, a veces, el verdadero enemigo no es el poder que te desafía, sino la oscuridad que crece dentro de ti mismo cuando pierdes lo que más amas.