
Después de un año viviendo en la ostentosa mansión de su padre, Ruby sigue sin encontrar el lugar al que realmente pertenece. Lejos de haber encontrado la felicidad prometida por la vida de lujos, su día a día continúa marcado por la soledad, la inseguridad y el constante juicio de quienes la rodean. Sin embargo, Ruby mantiene la esperanza de un nuevo comienzo cuando, junto a su hermana gemela Gisella (interpretada por Karina Banno), se inscribe en un exclusivo internado para chicas. La ilusión de compartir esta nueva etapa con su hermana se convierte en su principal motor para seguir adelante.
El entorno del internado, que en un inicio parecía ofrecer una oportunidad para reinventarse, pronto revela su verdadero rostro. Ruby, proveniente de orígenes humildes, se convierte rápidamente en blanco de burlas y humillaciones por parte de sus compañeras, quienes no dudan en recordarle que no pertenece a su elitista mundo. La situación se torna aún más compleja cuando su tutora, la severa Mrs. Ironwood (interpretada por Henner), lejos de protegerla o guiarla, se alía con la madrastra de Ruby, Daphne (interpretada por Bell), y la propia Gisella para hacerle la vida imposible.
Lo que podría haber sido una etapa de aprendizaje y crecimiento se transforma en una pesadilla diaria. Ruby enfrenta una serie de vejaciones públicas y una creciente sensación de aislamiento. La traición de su hermana, a quien creía su aliada, y la crueldad con la que es tratada tanto por figuras adultas como por sus pares, convierten el internado en un entorno hostil donde la confianza se vuelve un lujo inalcanzable.