
Tras sufrir una dolorosa pérdida que marca un antes y un después en su vida, Lola, una joven mujer profundamente religiosa, se enfrenta a una crisis existencial que la lleva a cuestionarse todo en lo que alguna vez creyó. La pérdida de los bebés que esperaba no solo fractura su corazón, sino también su fe en Dios. En busca de consuelo espiritual y con la esperanza de encontrar algún tipo de redención, decide junto a su esposo Adolfo visitar un convento de monjas. Allí conocen a Tin y Tina, dos hermanos huérfanos de siete años cuya apariencia angelical y comportamiento extremadamente educado captan de inmediato la atención de Lola.
A pesar del escepticismo de Adolfo, la pareja termina adoptando a los niños. Lo que en un inicio parece una nueva oportunidad para reconstruir su familia, pronto comienza a adquirir matices inquietantes. Tin y Tina no son niños comunes: su visión del mundo está profundamente marcada por una interpretación literal y extremista de la religión que aprendieron en el convento. Sus juegos, aparentemente inocentes, se convierten en rituales cargados de simbolismo y violencia que perturban cada vez más a Lola.