
En una ciudad sumida en la decadencia y la desesperanza, el veterano detective William Somerset se encuentra en los últimos días de su carrera. Harto del crimen y la miseria que lo rodea, Somerset espera con resignación su retiro. Sin embargo, antes de poder dejar atrás la rutina policial, se ve involucrado en un último caso que cambiará para siempre su visión del mundo.
A regañadientes, Somerset se asocia con el detective David Mills, un joven impulsivo y apasionado que ha sido recientemente transferido a la ciudad. La relación entre ambos es tensa desde el principio: donde Somerset es meticuloso, cínico y calculador, Mills actúa guiado por sus emociones, sin la paciencia ni la experiencia de su compañero. Esta dinámica de contrastes será puesta a prueba cuando se embarcan en la investigación de un crimen tan perturbador como meticulosamente planeado.
Lo que en principio parece un asesinato atroz más, pronto se revela como el inicio de una serie de homicidios rituales, cada uno representando uno de los siete pecados capitales: gula, avaricia, pereza, lujuria, soberbia, envidia e ira. El asesino, cuya identidad permanece oculta, actúa con una lógica implacable y un propósito oscuro. Más que un simple criminal, parece buscar enviar un mensaje al mundo, una especie de castigo moral por los pecados que, a su juicio, han corrompido a la humanidad.
A medida que avanza la investigación, Somerset y Mills se ven arrastrados a un juego macabro en el que cada crimen está cargado de simbolismo y horror. El veterano detective, acostumbrado a ver lo peor de la sociedad, empieza a cuestionar su propio cinismo, mientras que Mills, impulsado por un fuerte sentido de justicia, se enfrenta a dilemas personales que lo desestabilizan emocionalmente.