
Jirō Horikoshi no fue un soldado ni un político, pero su impacto en la historia de Japón durante la Segunda Guerra Mundial fue profundo. Como ingeniero aeronáutico, fue el responsable del diseño de algunos de los aviones de combate más emblemáticos del Imperio japonés, incluidos los famosos Mitsubishi A6M Zero, considerados en su momento un prodigio de la aviación. Sin embargo, la historia de Horikoshi va más allá del conflicto bélico. Es la historia de un soñador, de un hombre fascinado por el vuelo, cuya pasión por la ingeniería lo llevó a contribuir de manera decisiva a la aviación moderna.
Desde joven, Horikoshi sintió una profunda admiración por la aeronáutica. Inspirado por el trabajo de ingenieros europeos como Giovanni Battista Caproni, aspiraba a crear aviones no como máquinas de guerra, sino como obras de arte que domaran el cielo. Su formación en la Universidad Imperial de Tokio y su ingreso en Mitsubishi le ofrecieron el espacio para desarrollar esa visión. A lo largo de los años 30 y 40, en medio de un Japón en rápida militarización, sus diseños se volvieron esenciales para la fuerza aérea imperial.
El avión Zero, quizá su creación más famosa, combinó maniobrabilidad, velocidad y alcance con una eficiencia técnica admirable. Al inicio del conflicto, dio a Japón una clara ventaja aérea. Sin embargo, a medida que la guerra avanzaba, las limitaciones tecnológicas y estratégicas del imperio se hicieron evidentes, y la brillante ingeniería de Horikoshi fue arrastrada por el desastre bélico.