Salvajes

Sonia y Arturo viven en una casa grande y aparentemente segura, pero demasiado silenciosa. A pesar de la estabilidad que aparenta, la casa es un reflejo de la desconexión emocional que existe entre ellos. El espacio, vacío y frío, se convierte en una prisión en la que ambos, aunque compartan el mismo techo, se sienten cada vez más distantes. La ausencia de ruido y vida en el hogar refleja la soledad que ambos experimentan, sumidos en un silencio ensordecedor.

Una noche, la tranquilidad de su hogar se ve rota por la irrupción de tres hombres armados que asaltan la casa. Con brutalidad, someten a la pareja y los encierran en un baño, dejándolos atrapados en el miedo mientras los asaltantes proceden a saquear la propiedad. Sin embargo, en un giro inesperado, Arturo logra escapar y captura al miembro más joven del grupo, un chico inexperto que, por su falta de astucia, se convierte en la víctima fácil de Arturo. Sin pensarlo demasiado, decide secuestrarlo y llevarlo al subsuelo de la casa, donde busca imponerle una disciplina propia, tal vez como una forma de recuperar el control perdido en el violento asalto.

Mientras Arturo mantiene al joven prisionero bajo su poder, Sonia empieza a desarrollar una conexión inesperada con él. En secreto, comienza a proteger al chico de las decisiones de su esposo, y sin darse cuenta, proyecta en él la imagen de su hijo muerto. Esta identificación emocional se vuelve confusa y poderosa; el prisionero deja de ser un simple criminal para Sonia, transformándose en un sustituto de lo que perdió. La presencia del joven parece brindarle algo que había perdido: la oportunidad de cuidar, de proteger, de volver a ser madre.

Lo que comenzó como una simple situación de secuestro se convierte en un conflicto emocional más profundo. Sonia, atrapada entre el amor maternal y la lealtad a su esposo, se enfrenta a una lucha interna. Mientras Arturo intenta controlar al joven y vengarse, Sonia lo ve como un ser que necesita protección, un reflejo de su propio dolor. Sin saberlo, su compasión por el prisionero la arrastra hacia una espiral de sentimientos contradictorios.