
En el contexto convulso del Shanghai de principios del siglo XX, marcado por tensiones internacionales y profundas desigualdades, la figura de Chen Zhen emerge como símbolo de resistencia, valentía y justicia. Su regreso al recinto internacional de China no solo es un viaje físico, sino también emocional y espiritual. Vuelve con la esperanza de reencontrarse con su maestro y retomar su lugar dentro de la escuela de artes marciales Jingwu. Sin embargo, su llegada se ve empañada por una trágica noticia: su mentor ha muerto en circunstancias sospechosas.
Este suceso se convierte en el punto de partida de una historia que combina la fuerza del drama humano con la energía vertiginosa del cine de artes marciales. Mientras la mayoría de sus compañeros de escuela se ven paralizados por el dolor, la incertidumbre y el miedo, Chen Zhen opta por actuar. El luto se transforma en determinación, y su duelo se canaliza en una férrea voluntad de descubrir la verdad detrás de la muerte de su maestro, que pronto parece menos un accidente y más un crimen cuidadosamente encubierto.
Pero Chen no solo debe enfrentarse a la tristeza personal o a los enigmas que rodean el fallecimiento de su guía. También lidia con una realidad social opresiva: la presencia japonesa en territorio chino ha traído consigo no solo una tensión política latente, sino un abierto y agresivo racismo hacia la población local. Las humillaciones, provocaciones y abusos por parte de soldados y civiles japoneses forman parte de la cotidianidad, y muchos eligen callar para evitar represalias. Chen Zhen, sin embargo, no está dispuesto a tolerarlo.