
Romina es una abogada exitosa, brillante y meticulosa, que ha construido su vida con base en el control y la planificación. Todo en su mundo está perfectamente organizado… excepto su vida personal. Divorciada y madre de una niña que apenas la reconoce como figura emocional, Romina se enfrenta a una dura realidad: el amor de su hija no puede ganarse con títulos ni con logros, sino con gestos que trascienden su zona de confort.
En un intento desesperado por conectar con la pequeña y demostrarle que es capaz de “relajarse” y abrir su corazón, Romina toma una decisión inusual: alquilar un perro. Pero no cualquier perro, sino uno que pertenece a un hombre tan desorganizado como ella es estructurada. Este hombre, un exalcohólico en proceso de recuperación, es dueño de un adorable can que se convierte en la excusa perfecta para acercarse a su hija.
Pero hay una segunda parte en el trato. Romina no solo alquila el perro, sino que también le propone al dueño un trato aún más peculiar: que se haga pasar por su novio durante algunas reuniones familiares. La idea es proyectar una imagen de estabilidad emocional y cercanía humana que su hija y su entorno perciban como verdadera. Lo que empieza como una farsa cuidadosamente planeada por ella, pronto comienza a tomar otro rumbo.