
En los años 50 y 60, una serie de cuadros que representaban a niños con grandes ojos se convirtieron en un fenómeno mundial. Estas enigmáticas pinturas, con su estilo único y su mirada penetrante, capturaron la atención de una amplia audiencia, pero detrás de este éxito se encontraba una historia llena de engaños, lucha por el reconocimiento y una batalla por el crédito artístico. La historia de Margaret y Walter Keane, los artistas detrás de estas famosas obras, revela una compleja red de ambición, manipulación y secretos.
Margaret Keane, una talentosa pintora, fue la creadora original de los famosos cuadros de los «niños con ojos grandes». Sus obras, cargadas de una emotividad única y una técnica refinada, rápidamente ganaron popularidad. Sin embargo, en una época en la que las mujeres artistas enfrentaban una tremenda desigualdad en el ámbito artístico, Margaret no logró recibir el reconocimiento que merecía. En lugar de firmar sus cuadros con su propio nombre, fue su esposo, Walter Keane, quien se encargó de comercializar la obra, firmándola bajo su propio nombre y tomando el crédito completo por la creación.
Walter, quien tenía una gran habilidad para el marketing y una visión comercial astuta, vio en las pinturas de su esposa una oportunidad de negocio. A través de su carisma y capacidad para atraer la atención de los medios, promovió agresivamente las obras, y logró que se vendieran a gran escala. La firma de Walter, junto con su habilidad para hacer que las pinturas se vieran como una moda imperdible, permitió que las obras se convirtieran en un éxito masivo. Margaret, por su parte, se conformó con el rol de esposa sumisa, ocultando su autoría para preservar la imagen de su marido y evitar problemas en su vida familiar.