
En la historia de la humanidad, los Vengadores fueron los mayores héroes que protegieron al mundo de las amenazas más peligrosas. Con su increíble poder y valentía, enfrentaron a villanos de toda índole, pero la batalla definitiva llegó cuando se vieron cara a cara con Ultron, un robot indestructible cuyo único objetivo era destruir la humanidad. Fue en esta última lucha donde los Vengadores realizaron el sacrificio final, entregando sus vidas para asegurar la supervivencia del planeta.
A pesar de la desaparición de estos héroes legendarios, la esperanza no desapareció por completo. Tony Stark, también conocido como Iron Man, decidió que el legado de los Vengadores debía continuar. Sabía que, aunque los grandes héroes del pasado ya no estaban, la humanidad aún necesitaba protección. Así fue como Stark tomó bajo su ala a los hijos de los Vengadores, asegurándose de que el futuro tuviera una nueva generación de héroes.
Bajo la guía de Stark, los jóvenes aprendieron a desarrollar sus habilidades y a comprender la responsabilidad de ser un héroe. Además de entrenarlos físicamente, Iron Man les impartió lecciones cruciales sobre los sacrificios que conlleva ser un defensor de la humanidad. Estos adolescentes, descendientes de los grandes héroes que salvaron el mundo en el pasado, comenzaron a formarse no solo como individuos poderosos, sino también como líderes preparados para enfrentar cualquier amenaza que pudiera surgir.
Aunque en sus primeros años estos jóvenes héroes eran solo una promesa, su evolución se volvía cada vez más esencial. A medida que avanzaban en su entrenamiento, se preparaban para enfrentar desafíos aún mayores y para convertirse en los nuevos protectores de la Tierra. Tony Stark, como mentor, aseguraba que no solo heredaran los poderes de sus padres, sino también el espíritu y la ética de lucha que los habían hecho grandes.