
Sam Dawson es un hombre con una discapacidad intelectual que lo hace pensar y razonar como un niño de siete años. A pesar de sus limitaciones, lleva una vida sencilla y estructurada, trabajando en una cafetería y rodeado de un grupo de amigos que, como él, viven con distintas discapacidades. Su mundo da un giro inesperado cuando se convierte en padre de una niña, Lucy, fruto de una breve relación con una mujer sin hogar. Tras dar a luz, la madre desaparece, dejando a Sam solo con la responsabilidad de criar a su hija.
Contra todo pronóstico, Sam se dedica completamente a Lucy desde el primer momento. Con amor, paciencia y ternura, logra brindarle un entorno lleno de afecto, apoyado también por su comunidad y una vecina solidaria. Lucy crece feliz junto a su padre, aprendiendo a adaptarse a su mundo y protegiéndolo incluso desde muy pequeña. Sin embargo, con el paso del tiempo, las diferencias cognitivas entre Sam y su hija comienzan a hacerse evidentes, especialmente cuando ella lo supera en habilidades académicas y sociales.
Las autoridades intervienen al considerar que Sam no tiene la capacidad suficiente para satisfacer las necesidades del desarrollo de Lucy. A partir de ese momento, padre e hija enfrentan una dolorosa separación. El sistema legal entra en juego, y Sam se ve forzado a luchar por la custodia de su hija. En esta batalla desigual, se pone en tela de juicio si el amor y el compromiso son suficientes cuando un padre no cuenta con las capacidades intelectuales tradicionales para la crianza.