Malcolm X

Malcolm Little, más conocido como Malcolm X, nació en 1925 en Omaha, Nebraska, en un contexto marcado por el racismo y la violencia hacia la comunidad afroamericana. Desde su infancia, su vida estuvo atravesada por el sufrimiento y la injusticia. Su padre, un ministro baptista activamente involucrado en la defensa de los derechos de los afroamericanos, murió cuando Malcolm era aún un niño. Existen fuertes indicios de que su muerte fue consecuencia directa de la violencia racista. Poco después, su familia fue víctima de un ataque del Ku Klux Klan, quienes incendiaron su casa, evento que desestabilizó profundamente a su madre, quien terminó internada en un hospital psiquiátrico. Esta separación marcó el comienzo de una juventud errante y cargada de dificultades.

Malcolm, privado de un hogar estable y de oportunidades educativas reales, fue excluido incluso del ejército durante la Segunda Guerra Mundial. La sociedad le negó sistemáticamente cualquier posibilidad de progreso digno. Esta cadena de exclusión y marginación lo empujó hacia la delincuencia, y eventualmente fue encarcelado por robo. Sin embargo, la cárcel fue el lugar donde comenzó una profunda transformación personal.

Durante su condena, Malcolm descubrió el poder de la educación autodidacta y se sumergió en la lectura de forma compulsiva. Fue en ese contexto donde entró en contacto con la Nación del Islam, un movimiento religioso que combinaba elementos del islam con una fuerte crítica al racismo estructural de los Estados Unidos. Al convertirse al islam y adoptar el nombre de Malcolm X, dejó atrás su identidad anterior y abrazó una nueva causa: la lucha por la dignidad, el orgullo y la liberación del pueblo afroamericano.