
En apariencia, los Radley podrían pasar por una familia común y corriente. Viven en una tranquila zona residencial, participan en las actividades del vecindario y hacen todo lo posible por encajar. Nada en su estilo de vida sugiere algo fuera de lo normal. Sin embargo, detrás de su fachada ordinaria se esconde un secreto extraordinario: son vampiros.
A diferencia del imaginario clásico que pinta a los vampiros como seres oscuros, solitarios y peligrosos, los Radley han elegido vivir de manera diferente. Practican un estilo de vida abstemio, es decir, se han comprometido a no alimentarse de sangre humana. Esta decisión les ha permitido integrarse en la sociedad humana sin levantar sospechas. Los padres, comprometidos con su decisión, han criado a sus hijos adolescentes bajo la misma filosofía, ocultándoles su verdadera naturaleza con la esperanza de que puedan llevar una vida normal.
Sin embargo, lo que parece una existencia tranquila comienza a desmoronarse cuando sus hijos, Clara y Rowan, enfrentan situaciones que despiertan un apetito que no comprenden del todo. La sed de sangre, largamente reprimida y nunca explicada del todo, se impone con fuerza. El despertar de estos impulsos amenaza con exponer el secreto familiar, justo cuando los jóvenes Radley están en plena etapa de formación de identidad y lucha por encajar en el mundo.