En El emperador y sus locuras, Kuzco es un joven emperador arrogante y egoísta, cuyo único interés es la construcción de su nuevo palacio en la cima de una montaña, sin importarle los problemas que esta decisión cause a los demás. Uno de los afectados es Pacha, un humilde pastor de llamas cuya familia vive cerca del lugar elegido por Kuzco para la construcción. Sin embargo, la situación empeora cuando Yzma, la ambiciosa administradora del imperio, decide acabar con Kuzco para tomar el control del reino.
Yzma trama un plan para asesinar al emperador, pero en lugar de matarlo, lo transforma en una llama con un veneno especial. Desorientado y sin forma humana, Kuzco se encuentra perdido y en grave peligro. Afortunadamente, el destino lo lleva a encontrarse con Pacha, quien, a pesar de haber sido desterrado por Kuzco, decide ayudarlo a regresar a la capital y recuperar su trono. A regañadientes, Kuzco acepta la oferta de Pacha, aunque su actitud sigue siendo distante y egocéntrica.
Juntos, emprenden un arduo viaje para derrotar a Yzma, quien, junto a su torpe asistente Kronk, no descansará hasta eliminar al emperador transformado en llama. Mientras avanzan por distintos desafíos, la relación entre Kuzco y Pacha comienza a transformarse. A pesar de su inicial desconfianza, Kuzco empieza a comprender que no todo en la vida se trata de poder y riqueza, y que las decisiones egoístas pueden tener consecuencias devastadoras para los demás.
A lo largo de la película, Kuzco experimenta una profunda evolución, ya que aprende a valorar la amistad, la generosidad y la humildad. Al final, el emperador comprende que ser un verdadero líder no se basa en la vanidad ni el control absoluto, sino en el bienestar de las personas a su alrededor. Esta aventura se convierte en una lección de madurez, redención y la importancia de la empatía, mientras Kuzco finalmente recupera su trono, pero con una visión completamente nueva del mundo.