
El juicio de Ludovic Chevalier, uno de los asesinos en serie más infames de los últimos tiempos, ha capturado la atención del público, los medios y, especialmente, de Kelly-Anne, una joven cuya fascinación por el caso va mucho más allá del simple interés. Mientras el mundo sigue con morbo y espanto cada detalle del proceso judicial, Kelly-Anne se sumerge cada vez más en los aspectos más oscuros del crimen, cruzando la delgada línea entre la realidad y sus propias fantasías.
Para ella, el caso no es solo una noticia más. Es una obsesión personal, íntima. Y es que hay un detalle que hace que todo esto la toque de forma especialmente perturbadora: la víctima más joven de Chevalier, una niña de 13 años cuyo vídeo desaparecido podría contener pistas cruciales, guarda un parecido inquietante con Kelly-Anne. Esa conexión física se transforma en una conexión emocional, casi espiritual, que la impulsa a buscar respuestas más allá de lo que se conoce oficialmente del caso.
A medida que investiga, Kelly-Anne comienza a construir su propia versión de los hechos. Su mente se llena de teorías, posibilidades, huecos por rellenar. Pero esta búsqueda no es inofensiva. En su afán por encontrar la verdad —o al menos lo que ella cree que es la verdad— empieza a adentrarse en un mundo cada vez más oscuro y peligroso. Su vida cotidiana se difumina, y lo que comenzó como una obsesión se convierte en una experiencia profundamente perturbadora que la consume por completo.
La pieza clave de este rompecabezas es el misterioso vídeo desaparecido: una grabación que podría confirmar los últimos momentos de la víctima y, tal vez, revelar algo más profundo sobre el asesino… y sobre Kelly-Anne misma. ¿Por qué se siente tan atraída por este crimen? ¿Qué está buscando realmente?