
La película ofrece una representación poderosa y conmovedora de las últimas doce horas de la vida de Jesucristo, desde su arresto en el huerto de Getsemaní hasta su crucifixión en el monte Calvario. Más que una simple narración bíblica, esta obra audiovisual se convierte en una experiencia profundamente emocional que invita a reflexionar sobre el sacrificio, el sufrimiento y la esperanza.
El relato comienza en uno de los momentos más intensos del Nuevo Testamento: la angustiosa oración de Jesús en Getsemaní, donde, consciente del destino que le espera, se entrega a la voluntad de Dios. A partir de ahí, se desata una serie de acontecimientos que marcarán el camino hacia su muerte. La traición de Judas, la detención por parte de los soldados, los juicios ante las autoridades religiosas y romanas, la flagelación y el viacrucis son retratados con una crudeza y realismo que buscan sumergir al espectador en la intensidad del momento.
Cada escena está cargada de simbolismo y dramatismo, mostrando no solo el dolor físico que padeció Jesús, sino también la profundidad de su entrega y su amor por la humanidad. La película no escatima en mostrar la brutalidad del castigo ni la hostilidad de la multitud, logrando así una representación que no deja indiferente. Al mismo tiempo, se revela la fortaleza interior del protagonista, su compasión por quienes lo rodean y su fe inquebrantable hasta el último aliento.
La puesta en escena, el uso del lenguaje original (arameo, latín y hebreo), y la dirección artística otorgan autenticidad y fuerza al relato. La banda sonora, sutil pero emotiva, acompaña cada paso del calvario con respeto y profundidad. Visualmente impactante, esta obra no solo recrea un pasaje religioso, sino que transmite emociones universales como el miedo, la injusticia, la esperanza y la redención.
Aunque gran parte del enfoque está en el sufrimiento y la muerte, la historia no termina en la oscuridad. En sus últimos minutos, la película ofrece un rayo de luz: la resurrección de Cristo. Este momento, aunque breve, encapsula el mensaje central del cristianismo y da sentido a todo lo anterior.