Horrmigas

En el inmenso y perfectamente estructurado hormiguero, donde millones de obreras trabajan sin descanso y cada individuo está predestinado a cumplir su función sin cuestionamientos, vive Z-4196, una hormiga macho con una gran carga de ansiedad existencial. Z no es una hormiga cualquiera, o al menos no quiere serlo. A pesar de ser una más entre millones, anhela algo distinto: ser único, pensar por sí mismo y no dejarse absorber por el monótono colectivo de la colonia.

Su vida da un giro inesperado cuando, en medio de su rutina, tiene un breve pero revelador encuentro con la princesa Bala. Un simple baile despierta en él sentimientos que nunca había experimentado. Se enamora de ella, aunque sabe que su amor es imposible. Bala es una princesa, destinada a una vida completamente distinta y alejada de los humildes obreros como él. Aun así, Z se aferra a su anhelo y traza un plan: convencer a su amigo, un soldado, para que le ceda su lugar en el próximo desfile militar. Su único objetivo es acercarse a Bala, aunque eso implique entrar en un mundo para el que no está preparado.

Este giro lo lleva directamente al corazón de una trama mucho más oscura. En el comando del ejército se encuentra el general Mandible, una figura autoritaria y ambiciosa que desprecia a las hormigas obreras por considerarlas débiles e inútiles. Con un discurso de fortaleza y pureza, convence a la reina de enviar al batallón a una guerra suicida contra las termitas. Lo que parece una misión honorable es, en realidad, una estratagema para deshacerse de los más “desechables” de la colonia.