
La muerte del padre siempre deja un vacío, pero en la familia Foxman, su partida se convierte en mucho más que un episodio de luto. Con su fallecimiento, los hermanos —alejados por años de distancia emocional y diferencias no resueltas— se ven obligados a convivir bajo el mismo techo. Es el tipo de reencuentro que nadie desea, pero que se convierte en inevitable cuando la vida impone sus reglas.
Judd Foxman llega a ese encuentro familiar arrastrando no solo el peso de la pérdida de su padre, sino también el derrumbe de su propia vida. Su matrimonio ha terminado de forma humillante y pública: su esposa, Jen, lo engañaba con su jefe, y ahora todos lo saben. El escándalo lo ha dejado desorientado, furioso y sin rumbo. En medio del caos emocional, Judd debe sentarse a la mesa con sus hermanos y su madre, tratando de mantener la compostura mientras todo en su interior se desmorona.
Lo que sigue es una serie de días donde la tensión flota en el aire. Entre conversaciones incómodas, secretos familiares que salen a la luz y antiguos rencores que resurgen con fuerza, los Foxman no tardan en convertirse en un polvorín emocional. Sin embargo, esta reunión forzada también permite momentos de inesperada cercanía. Entre la nostalgia y el dolor, se abren espacios para la sinceridad, la reflexión y, a veces, hasta la risa.