
En el año 2002, una investigación periodística cambió para siempre la percepción pública sobre la Iglesia Católica. Fue el equipo de reporteros del Boston Globe, conocido como Spotlight, quien destapó uno de los escándalos más impactantes de abuso sexual infantil y encubrimiento sistemático dentro de la arquidiócesis de Boston. Esta revelación no solo afectó a la ciudad y a sus fieles, sino que generó ondas expansivas que llegaron a cada rincón del mundo católico.
Todo comenzó cuando el equipo Spotlight decidió examinar más a fondo las denuncias aisladas de abuso por parte de sacerdotes que se venían acumulando desde hacía décadas. Lo que descubrieron fue un patrón escalofriante: no se trataba de casos individuales, sino de un sistema estructurado que protegía a los abusadores y silenciaba a las víctimas. Con acceso a documentos sellados judicialmente, testimonios de sobrevivientes y el apoyo de fuentes clave, el equipo logró demostrar cómo la jerarquía eclesiástica, encabezada por el cardenal Bernard Law en ese momento, había trasladado en secreto a sacerdotes abusadores de una parroquia a otra para evitar escándalos públicos y demandas legales.