
En el corazón de Filadelfia, el doctor Malcolm Crowe, un prestigioso psicólogo infantil, lucha contra los fantasmas de su propio pasado. Aclamado en su campo, su vida profesional quedó marcada por el trágico fracaso con un antiguo paciente mentalmente perturbado, un episodio que dejó una huella imborrable en su conciencia. La obsesión por este error lo ha acompañado desde entonces, minando su seguridad y afectando incluso su vida personal. Pero el destino parece darle una segunda oportunidad cuando conoce a Cole Sear, un niño de ocho años con un comportamiento enigmático y un miedo que va más allá de lo comprensible.
Cole no es un niño común. A pesar de su corta edad, vive aislado, atormentado por visiones y presencias que nadie más puede ver. Sus silencios prolongados, sus respuestas evasivas y su expresión permanente de angustia intrigan al doctor Crowe, quien ve en este caso la posibilidad de redimirse. A medida que avanza el tratamiento, Crowe se convierte en el único adulto en quien el niño confía, y entre ambos se forma un lazo de empatía y comprensión que desafía la lógica clínica.
Pero lo que en principio parece un caso psicológico complejo se transforma pronto en algo mucho más profundo y perturbador. Cole le confiesa a su terapeuta un secreto que lo consume: tiene la capacidad de ver a personas muertas. Espíritus que no saben que han fallecido y que se manifiestan ante él buscando ayuda o simplemente vagando atrapados entre dos mundos. Este “don”, lejos de ser una bendición, ha convertido su vida en una constante pesadilla.