
Lo que prometía ser el día más feliz para una pareja se convierte en el inicio de una pesadilla inesperada. En pleno desarrollo de una elegante boda, los invitados se ven sorprendidos por una cadena de eventos inexplicables y aterradores. Desde fenómenos naturales descontrolados hasta situaciones fuera de toda lógica, el ambiente festivo se transforma en un escenario de angustia colectiva. Pronto, muchos comienzan a notar inquietantes similitudes entre lo que está ocurriendo y las antiguas profecías bíblicas sobre el fin de los tiempos.
Los imprevistos no se detienen. Cada nuevo acontecimiento parece más grave que el anterior, generando un sentimiento creciente de desesperación entre los presentes. La sensación de que algo mucho más grande —e incontrolable— está sucediendo se vuelve imposible de ignorar. ¿Es posible que esta boda esté ocurriendo justo en el umbral del apocalipsis? ¿Y si estas señales no fueran meras coincidencias?
En ese contexto de incertidumbre y miedo, los asistentes se enfrentan a una encrucijada personal. Por un lado, está la necesidad de sobrevivir, de escapar a toda costa. Por otro, comienza a surgir una pregunta más profunda: ¿es este el momento de recuperar la fe? Algunos empiezan a ver en estos acontecimientos una especie de mensaje divino, una advertencia que no puede ser pasada por alto. Otros, en cambio, se aferran a la lógica o al instinto, ignorando cualquier interpretación espiritual.