
Una historia de lucha, transformación y redención se abre paso en el mundo del cine con una propuesta tan íntima como poderosa. El protagonista es un hombre obeso, diagnosticado con esclerosis múltiple, que encuentra en el boxeo –el deporte que practicaba su difunto padre– una vía para sanar una profunda herida emocional. Más que una película sobre deporte, se trata de una exploración del dolor, la pérdida y la fuerza del espíritu humano.
El papel principal está interpretado por el actor Tim Realbuto, quien asumió el reto de forma total. A lo largo de un año de rodaje, Realbuto se sometió a un proceso físico exigente, perdiendo más de 70 kilos para representar fielmente la transformación de su personaje. Este cambio no solo responde a exigencias estéticas, sino que forma parte del corazón mismo del relato: un cuerpo que cambia porque la mente y el alma también lo hacen.
La cinta sigue el proceso del protagonista mientras intenta reconstruirse tras una tragedia personal. Atrapado entre la enfermedad, el peso del duelo y su propia historia, encuentra en el boxeo una herramienta inesperada para recuperar el control sobre su vida. Cada sesión de entrenamiento, cada enfrentamiento frente al saco o en el ring, se convierte en una metáfora de su lucha interna: contra la pérdida, contra el dolor físico, contra los límites autoimpuestos.