
Un pueblo fronterizo, conocido por su actividad minera, se encuentra bajo la amenaza de un grupo de pistoleros al servicio de LaHood Coy, un despiadado empresario que ha tomado el control de la zona junto a su hijo Josh y un ejército de mercenarios. La comunidad, que antes vivía en paz, se ve aterrada y sometida por las autoridades de la mina, quienes explotan sin piedad a los trabajadores. Todo parece perdido para los habitantes del pueblo, hasta que un forastero misterioso aparece en el horizonte montado en un caballo pálido.
Este hombre, conocido únicamente como el Predicador, llega con una presencia imponente y una aura de misterio que despierta la curiosidad de los locales. Aunque su apariencia y su comportamiento revelan poco sobre su pasado, sus acciones hablarán por él. De carácter taciturno y enigmático, el Predicador se asocia rápidamente con Hull Barrett, el líder de los mineros, quien ha luchado en solitario para liberar a su gente. Juntos, comienzan a idear un plan para enfrentarse a LaHood Coy y sus hombres armados.
A lo largo de su estancia en el pueblo, el Predicador va ganándose la confianza de los habitantes gracias a su valentía y su capacidad para inspirar a los demás. Sin grandes discursos, se dedica a organizar a los mineros, enseñándoles a luchar por su libertad. Aunque su pasado sigue siendo un misterio, el Predicador demuestra ser un hombre de acción, decidido a devolver la dignidad a los oprimidos. En su lucha, se va convirtiendo en una figura de esperanza para los locales, quienes empiezan a ver en él la oportunidad de vencer a sus opresores.
Mientras tanto, LaHood y su hijo Josh siguen buscando formas de reforzar su control sobre el pueblo. Sin embargo, los mineros, ahora organizados y más valientes gracias al Predicador, comienzan a plantar cara a los invasores. La confrontación se intensifica y, con el tiempo, los mineros se enfrentan directamente a los pistoleros, buscando expulsarlos del pueblo de una vez por todas.